Sí, te quiñé el ojo. |
Quizá porque pronto amanecerá.
Después de esa gran Luna espectacular, la noche se torna amarga porque, aunque la fé en un día brillante existe, la realidad nos habla de que nunca más los ojos que la vieron volverán a tener esa dicha. Porque todo afán se volverá necedad, porque toda dicha será pecado.
El que nació ciego, ciego debe seguir y si acaso llegara a ver la luz por un momento, que se lo guarde.
Finjamos felicidad porque todo nos lo dan, vivamos en plenitud nuestra gran mentira y hagamos de ella una realidad; si, a si volverá esa gran Luna a brillar aunque para algunos sea de queso y no de nacar.